martes, 24 de mayo de 2011

Movimientos campesinos y educación

Movimientos campesinos y educación
El Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra y el Movimiento Campesino de Santiago del Estero - VC

Norma Michi
Colección: Orlando Fals Borda, 2010.
15x22 cms., 430 págs.
ISBN: 978-987-1497-28-7
$47.-

La Colección Orlando Fals Borda busca acercar al lector aquellas investigaciones que afirman la necesidad de trazar un vínculo entre la producción científica y el compromiso intelectual. Lejos de la neutralidad pero con un sentido riguroso de la producción del conocimiento, en el camino por construir una ciencia propia para Nuestramérica.
Norma Michi es licenciada en Educación permanente por la Universidad de Buenos Aires, Magister en Ciencias Sociales y Educación por FLACSO y Doctora en Educación por Facultad de Filosofía y Letras (UBA). El siguiente libro constituye su tesis doctoral. Trabaja desde hace 25 años como docente e investigadora en la Universidad Nacional de Luján en la División Educación de Adultos. Comparte con organizaciones y movimientos populares, desde su trabajo en la universidad y desde la militancia social, diversos proyectos enmarcados en la Educación Popular

Este libro es una muestra más, entre muchas otras, de la capacidad de la gran teoría para estudiar realidades históricas concretas. En este caso se trata de dos organizaciones populares campesinas que reclaman, unos –el MST en Brasil– la tierra que no tienen y se consideran con derecho a tener; otros –el MOCASE en Santiago del Estero– que se resisten a ser expropiados y expulsados de sus tierras, de su territorio que ocupan desde mucho tiempo atrás; “desde siempre”, podría decirse. Ello explica que la estrategia de los primeros sea ofensiva y la de los segundos, defensiva, como destaca la autora en su trabajo. Pero el elemento común es, pues, el “eterno” problema de la tierra: “Tierra y Libertad”, recordemos, fue la consigna de Emiliano Zapata en lo que se conoce como Revolución Mexicana, hace ya un siglo. Hay otras semejanzas, pero hay también diferencias que en el libro son exhaustivamente tratadas. 
Uno de los méritos del trabajo de Norma Michi radica, precisamente, en la decisión de operar en el espacio reducido de las experiencias particulares de dos movimientos sociales partiendo de la “totalidad”, la que propone una “gran teoría”. En consecuencia, la autora remite las partes al “todo”, tanto en su razón de ser como en sus relaciones entre sí y con éste. De otro modo, ¿cómo considerar la índole de la relación del “movimiento” popular con el Estado, si cuando mencionamos a éste no sabemos de qué estamos hablando? ¿Desde qué concepción de sociedad –el “todo” en cuestión, pues–, se ha de realizar la observación y el análisis de las acciones que promueven estos “movimientos” cuando plantean sus reivindicaciones, resisten y se rebelan contra lo constituido? La explicitada opción por el materialismo cultural, en el marco de la teoría crítico-marxista, proveyó a la autora de un coherente complejo conceptual –hegemonía, contrahegemonía, sentido común, núcleo de buen sentido, praxis, clase, lucha de clases, etc.– a partir del cual abordó con solidez el estudio de una realidad histórica concreta.   
Partir de la “totalidad” que propone el gran relato, implica realizar el esfuerzo por dar cuenta no sólo de “nuestro lugar en el mundo” hoy, sino de explicarnos también cómo hemos llegado a ser lo que somos. En la historia, como en la naturaleza, no existe la generación espontánea. Michi lo tiene presente, y en cada uno de los casos estudiados comienza por indagar la “genealogía” del fenómeno: los antecedentes, las historias particulares, los episodios vividos, en suma, la memoria colectiva –la memoria popular, quiero decir–, que reivindica los derechos, que promueve la rebelión y alimenta la esperanza.